28 febrero 2007

 

Realidad extra-ordinaria


"Cervantes excluye lo sobrenatural de su obra porque incluirlo sería negar que la realidad es extraordinria"

Tristemente, no puedo recordar quién es el autor esta valiosa apreciación. En "Las aventuras de Don Quijote de La Mancha", Cervantes expone con humor apasionantes dilemas sobre el amor, la mediación, la naturaleza humana y la discordia entre la ficción y la realidad.

El último tema parece ser el eje central de la obra. En él se incluyen infinitas dudas y planteamientos. Entre ellos, me atrapa especialmente la crítica que hace a un mundo de dragones, princesas y de caballeros andantes que no comen ni duermen, que son siempre perfectos, impolutos, inhumanos. Se percibe y se contagia el amor y la defensa de la realidad.

Don Quijote, errante, anciano, débil e ingenuo, es un hombre digno, bien intencionado, amable y valiente. En el mundo que él no ve o ha decidido no ver, no hay castillos sino posadas, no hay princesas sino iguales y no hay monstruos sino molinos, porque su entorno -parece ser el trasfondo- dista de lo simple y mundano.

El amor no está predeterminado ni es, a priori, eterno. El amor se siente y se conserva con esfuerzo e interés. La valentía no brota indefinidamente, ni se orienta únicamente al bien. Ella se encamina y se moldea. La nobleza se tiene, pero también se trabaja. El hombre es y se hace, influye y es influenciado.

La realidad -esto circundante que nos incluye- es algo complejo y maravilloso.


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