24 enero 2007

 

Mejor siéntate

Hoy lanzaré al cyber espacio un post súper trillado. (redobles) A continuación un escrito inspirado por la molestia y las quejas debido a la espera en los bancos y los establecimientos de telefonía celular.

Creo firmemente que un inglés tendría graves problemas para adaptarse a Caracas. La puntualidad no está siempre garantizada porque no depende demasiado de uno. La hora, el clima, el tráfico, las habilidades para manejar (o no chocar) de los otros, las vías y otros son factores decisivos. Pero el asunto se complica aún más si un optimista aspirara llegar a una determinada hora despues de hacer "unas diligencias ahí".

Querer hacer alguna transacción en el banco, o ir, -aunque sea por la cosa más sencilla- a un espacio de telefonía, requiere aproximadamente de cinco veces la cantidad de tiempo en la que será atendido el sujeto. La "complejidad" de la gestión y la ineptitud del operador son factores que suelen expandirse lentamente frente al cliente.

Gente que se colea, trabajadores que se paran de sus escritorios para hacer cualquier otra cosa menos atenderlo a uno, repiques, voces bajas y risas estridentes son pequeñas situaciones molestas que se unen para, como gota tras gota en la sien, acompañarlo a uno en la espera minuto tras minuto.

En mi experiencia, la cantidad de tiempo empleada no garantiza el éxito de la gestión. De hecho, hoy como tantas veces, mis dos horas de espera no tuvieron una relación causal positiva o "normal", respecto a la realización de mi objetivo. Esta ocasión, a pesar de ejecutar los pasos y, oh sí, de esperar, no conseguí lo que quería.

¿Que si me rindo? ¿Que si haré una queja formal? ¿Que si cambiaré de servicio?Nup... Sólo me quejo. Eh... creo que volveré mañana.


23 enero 2007

 

Desde afuera

Recientemente he tenido la oportunidad de ir a casas de varias compañeras. En una de ellas pude o mejor dicho, debí (por un trabajo), entrevistar a los miembros de la familia sobre mi amiga. La experiencia me pareció fascinante y enriquecedora.

Al preguntarle sobre el nacimiento de su hija, la madre sonrió y relató sin poder evitar las lágrimas. Las palabras que iniciaron la entrevista del padre fueron "Ella es un ángel". Impoluta, virtuosa y única son de los adjetivos que salieron de su boca. Para ambos, ella y sus otros hijos son las luces, las razones de ser y de vivir. Igualmente, para sus hermanos ella es imprescindible. Absolutamente necesaria.

Su hermano morocho bromea y describe su casa y su familia como un ecosistema. Sí, hay supervivencia y relaciones, pero al asomarme un poquito noté con infinita claridad unas cuántas cosas: Como moldeados por una misma mano, de miradas, narices y gestos parecidos, cada integrante influencia y recibe influencias de los demás. Sentí que la cosa más determinante en la personalidad de mi amiga es su familia.

Ella, como todos, está sujeta a roles y a expectativas muy precisas. La forma en la que es concebida no es arbitraria, parece más bien estable y casi inflexible, como el cariño que le tienen.
En ese "ecosistema" no existe nada extraño, nada ajeno. Además de la costumbre, desde afuera se ve un hilo conector irrompible. Cada uno tiene total pertenencia y efectividad allí, siendo como es y actuando como actúa. Entre problemas y alegrías la familia (con sus defectos y virtudes) sigue adelante, unida. Se trata de una existencia compartida perfecta por sí, en sí misma.

Por su puesto que veo reflejada en aquella, mi familia. Pasa que a veces, cegada, pierdo la noción de lo esencial. Por mi familia soy y para ella debo ser y estar. Sí.


17 enero 2007

 

La dulzura de las tentaciones

Nunca he entendido por qué cuesta increíblemente más adelgazar que engordar, despertarse que seguir durmiendo y trabajar que descansar. Pareciera que estamos más llamados, tentados o inclinados a la satisfacción de un deseo inmediato o de una sensación que a un proyecto que me plenifique a largo plazo.

¿Estamos llamados al inmediatismo y al placer? ¿Somos, en el fondo, seres hedonistas que, por convencionalismo, se esfuerzan y ennoblecen?

No creo realmente. Me parece lógico que una tendencia puede ser natural en algo sólo si lo plenifica o le permite la subsistencia. La entrega a los placeres y al inmediatismo daña, corrompe y en exceso, a largo plazo extingue. No sé si lo natural sea el otro extremo. De cualquier modo sigo sin comprender por qué hay algo en nosotros que nos hace más propensos al vicio que a la virtud.

¿convencionalismos? ¿circunstancias?
Tal vez. Por ahora expongo mi desconocimiento, pero seguiré buscando el entendimiento.

13 enero 2007

 

Gris claro

El asunto que más me apasiona y sobre el que he debatido con mayor insistencia en los últimos meses es la naturaleza humana: su bondad, neutralidad o maldad innata, previa a circunstancias y condiciones.

Planeo escribir sobre eso más adelante, pero por ahora quisiera exponer una idea que comparto con mi mejor amigo. Concebimos el bien como la luz, blanca y pura, y el mal como lo oscuro. Para nosotros todos los hombres son animas de distintos tonos grisáseos. Según nuestra experiencia, prima la neutralidad, pero resalta la minoría oscura. Entre esos tintes, sólo algunos seres resaltan por su claridad.

El bien ha sido siempre mi norte, mi principal valor, pero compruebo una y otra vez que lo no-tan-bueno (no necesariamente malo) a veces es necesario para sobrevivir y otras bastantes resulta conveniente y/o satisfactorio.

Como una gota blanca que se diluye en un océano oscuro, un ser que intenta ser bueno en todos los momentos no necesariamente pierde su nobleza, pero sí se destiñe. El norte para mí sigue siendo el bien y el -para mí utópico- equilibrio, pero creo que, para sobrevivir y disfrutar, la bondad debe ser inteligente y selectiva. Creo que puede permitir deslices y voluntades que, sin afectar a otros ni desviarse del camino, abran paso a experiencias enriquecedoras.


08 enero 2007

 

Ser social

Los 19 años que tengo conociendo al mundo me han dado, si bien pocas, unas cuantas certezas. Entre ellas está una afirmada por teorías basadas en argumentos tanto lógicos y racionales como empíricos: El hombre es un ser social.

El espontáneo impulso a la socialización, la dificultad que conlleva la supervivencia aislada y lo falaz de un hombre completamente "independiente" en el mundo real son algunas de las vías conceptuales/abstractas o bien empíricas que me llevan a compartir la visión clásica del hombre.

Sin embargo, mi certeza la tengo gracias a mi experiencia en dos fenómenos humanos: la amistad y el amor.

El amor es... Son demasiadas las posibles respuestas, pero comparto la visión que mi Universidad imparte: Amor es procurar el bien del otro. Puede expresarse de mil modos, pueden haber grados y tipos, pero siento que el amor parte del deseo de que el otro esté bien y del impulso por lograrlo, por propiciar ese bien en la persona amada.

La amistad para mí es un nexo voluntario entre personas afines, pero también incluye ese deseo de querer y buscar el bien del otro.

Mis amigos y mis acercamientos al acto de amar -con todo lo que conlleva la idea base que expresé-, me han hecho asimilar que el hombre necesita de otros. Mantener una relación causa vivencias, emociones y alianzas infinitas y además posibilita el enriquecimiento personal.

Estar con el otro potencia mi conocimiento sobre mí misma. Me conozco a partir de mis reacciones y emociones al interactuar con otros y al sentir por los otros. Pero más que eso, compartir con ciertas personas, me mejora, me plenifica.

No somos entes independientes, lo que sabemos no deriva sólo de nuestras experiencias, también de las ajenas, de los saberes escritos, de los refranes, de la observación del otro, de los consejos, de los convencionalismos.

Intercambios y relaciones con desconocidos, compañeros, amigos y familiares potencian al hombre, lo hacen conocer mundo y lo hacen, además conocerse y perfeccionarse en el camino que constituye la búsqueda del fin último.

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